Conferencias Magistrales

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Recientemente, los impactos asociados a Fenómenos Sanitarios-Ecológicos como la COVID-19 causada por el nuevo coronavirus identificado como SARS-Cov-2, muestran además de los efectos del riesgo sistémico, la alta vulnerabilidad de los contextos urbanos ante un mundo hiperglobalizado. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud, señala que 95% de casos por COVID-19 se han reportado en áreas urbanas y las consecuencias más severas, tanto en términos económicos como de mortalidad, han afectado principalmente a las poblaciones más vulnerables de las ciudades. Lo anterior representa grandes retos asociados a la planificación urbana para “lograr que las ciudades y los asentamientos urbanos sean inclusivos, resilientes y sostenibles”, como lo dicta el objetivo undécimo de los Objetivos del Desarrollo Sostenible.

Las devastadoras catástrofes naturales son cada vez más frecuentes. Junto con el deterioro de la infraestructura, el desarrollo urbano y los patrones climáticos cambiantes, estos eventos están resultando en un fuerte impacto económico y social. Es necesaria la colaboración entre todos los segmentos de la sociedad, administrativos, regulatorios, académicos y empresariales. Los datos prospectivos, basados ​​en la ciencia más reciente del cambio climático, deben usarse para adaptar las herramientas existentes y las empresas, los gobiernos y las sociedades deben trabajar juntos para desarrollar estrategias de sostenibilidad y planes prácticos para mitigar y adaptarse al clima cambiante.

Hoy más que nunca, la cooperación internacional, como parte de la ayuda al desarrollo juega un rol clave para reducir el riesgo de desastres a través del fortalecimiento de la resiliencia territorial a nivel global, destacando su papel en el contexto latinoamericano. Los impactos económicos y humanitarios causados por los desastres de origen natural, la crisis climática y la reciente pandemia de COVID-19, han hecho que el flujo de fondos en el marco de la cooperación internacional por concepto de ayuda al desarrollo, se (re) configuren de tal modo que, permitan incrementar la capacidad de respuesta y acelerar una recuperación sostenida en los países en vías de desarrollo.

Los retos del Desarrollo Humano bajo el contexto de COVID-19 en América Latina y el Caribe son abrumadores. A pesar de los esfuerzos para incrementar las capacidades de respuesta y recuperación, es decir, para fortalecer la resiliencia de las comunidades y sus territorios, se enfrentan con barreras complicadas de romper. La región de América Latina y el Caribe, se ubica en una trampa de desarrollo, si bien, han existido mejoras en el progreso de la región, en ésta se han mantenido de manera sostenida la alta desigualdad y el bajo rendimiento económico. Estos factores intrínsecamente relacionados crean una trampa de la cual, la región de ALC no ha podido escapar (PNUD, 2021). Más allá de las brechas económicas, la desigualdad en la región y sobre todo en los contextos urbanos, toma forma en otras dimensiones de manera obstinada, como las desigualdades en materia de género, etnia o raza, la ubicación geográfica, vulnerabilidad al cambio climático, hasta las desigualdades en el acceso a servicios básicos (Ídem).